No juzguemos cuando alguien entra en la cueva


No juzguemos cuando alguien entra en la cueva


Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam (...) Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres. 1 Samuel 22: 1-2 
Todos pensaron que David había fracasado cuando entró a la cueva de Adulam, pero los caminos de Dios nadie los entiende. Este era el medio que Dios usó para que David entrenara a un grupo de personas que estaban heridas, enlutadas y amargadas. Este ejército de hombres, que para los ojos de los demás nada valía, era en potencia un ejército poderoso, el cual estaría con David en las batallas; pero necesitaban a alguien que los sanara y les hiciera ver lo valiosos que eran.
David era la persona que ellos necesitaban para que vieran el valor que ellos tenían, siendo sanados y liberados, para luego ser entrenados con toda clase de armas, porque el fin era preparar un ejército que defendiera una nación.
No juzguemos cuando alguien entra en la cueva, porque no sabemos cuál es el propósito de Dios y, al igual que David, puede ser que se trate del instrumento para levantar a muchos que están necesitados de un Libertador.

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