No te Dejes Dominar por la Presión | Mensaje de la Profeta Montserrat Bogaert

Dice en 2 Timoteo 4:7 (RV1960)
“ He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”.
Muchos de nosotros hemos leído y memorizado este versículo, lo hemos oído en pastores y en mensajes, lo hemos oído en testimonios de hombres de Dios que han peleado la batalla y han terminado la carrera, y cada vez que leemos la Palabra, ésta tiene que traerte una revelación.
Hay una serie de condiciones y eventos que se presentarán en tu vida para impedir que llegues a tu propósito.
Todos los que empiezan algo no significa que lo van a terminar. Cuando empiezas algo, lo importante no es verte cómo empezaste, sino cómo vas a terminar, porque si te ves a ti mismo cómo empezaste no vas a tener el ánimo de continuar, de luchar y concluir con el objetivo, y la Iglesia está llena de personas que empiezan algo pero en el camino se detienen porque llega un momento en que se debilitan.
La presión provoca que abortemos el cumplimiento de las metas para no concluir con lo que hemos iniciado, cuando nos sentimos presionados, lo primero que queremos es tirar la toalla. El ser humano no está preparado para la presión y está acondicionado a un estilo de vida que cuando sucede algo que no puede controlar, aborta lo que está haciendo.
Lo mismo ocurre cuando alguien se inscribe en un gimnasio con una meta en su mente, empiezan los dolores en el cuerpo y dejan de ir, porque no pueden tomar la autoridad y el dominio para decirse a sí mismos, que ese dolor es pasajero.
Hay muchas metas que no se han logrado por las situaciones que vives y que no puedes controlar.
Hay personas que no se han casado porque tuvieron una suegra y no la soportaron, terminaron la relación y ahora están solteronas; esa suegra es por un momento y te hizo abortar algo que era para toda la vida. Para algunos la meta no es terminar.
Si empiezas algo teniendo bien definido el objetivo de lo que quieres y de lo que estás dispuesto a soportar, vas a llegar al final. Cuando sabes lo que quieres, nadie puede separarte de tu objetivo.
Cuando estás seguro de ti mismo y de lo que quieres alcanzar, determinas lo que quieres hacer y lo logras.
Muchas personas se divorcian porque no soportan la presión, prefieren un divorcio y dividir un hogar, dejan a los hijos solos y prefieren ésto al pelear por su matrimonio porque no pueden ver su objetivo para la vida eterna. Ves el matrimonio como algo que te cuesta mucho y prefieres sacarlo de tu vida.
Tenemos que vivir de una forma que dejemos nuestras huellas, esas huellas son las que indican que debemos dar el siguiente paso, cada huella te dice por dónde pasaste y te recuerda que no puedes detenerte, tampoco regresar hacia atrás. Todos tus pasos deben ser certeros.
Venimos a la Iglesia a estudiar una carrera que es la de ser cristiano y hasta que no lleguemos a la vida eterna, no hemos terminado. No importa lo que te hagan ni cuánto te presionen, tú vas a terminar esta carrera. La meta de la Iglesia es alcanzar la vida eterna, es alcanzar tu propósito, en la Iglesia te perfeccionan para que seas un líder.
La presión no puede hacerte abortar nada. Dios no está criando gallinas, está levantando águilas. Me gusta la presión porque me reta y me lleva a otro nivel. Cuando hay presión, sé que habrá rompimiento y que hay áreas de mi vida que tienen que ser cambiadas.
La presión nos indica que no somos capaces de soportar lo que estamos pidiendo, pero cuando tienes la presión cara a cara, sientes temor y es en ese momento, que debes decirte a ti mismo que más grande es el que está en ti que el que está en el mundo, y prosigues hacia la meta.
Nosotros queremos las cosas sencillas, pero Dios no está buscando eso, Dios quiere pesos pesado, Él está buscando el cinturón que lo acredite como vencedor. Él es el ganador del Gólgota, el que venció.
Éxodo 1:8-14 (RV1960)
“Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor”.
En este pasaje vemos cómo se levantó un faraón que no conocía a José y que hizo toda clase de cosas para oprimir al pueblo, este faraón no sabía quién era el pueblo de Israel, pero él veía algo en este pueblo que ellos mismos no eran capaces de reconocer, faraón vio que eran más fuertes y numerosos.
El enemigo sabe que eres más fuerte porque tienes el espíritu de Dios, pero no logras tu objetivo porque hay una serie de pensamientos en ti que te hacen creer que no lo puedes lograr. El diablo ve nuestras debilidades y pone capataces para oprimirnos con trabajos pesados y amargarnos la vida. La presión viene a tu vida a causa de los capataces a tu alrededor, estos capataces tienen una misión y es hacerte la vida imposible e impedir que reconozcas quién eres.
Si el pueblo de Israel hubiera tenido entendimiento, Faraón y todo su ejército se vuelven nada frente a ellos, pero el pueblo estaba en ignorancia. Los capataces que el enemigo envía son personas que vienen a humillarte y a esclavizarte, vienen a exigirte y a debilitarte para que no tengas las fuerzas que necesitas para lograr tu sueño. La opresión te debilita y tu enfoque empieza a cambiar, hace que ya no pienses igual.
Nuestra actitud frente a un capataz debe ser la de reconocer que hay una meta que debemos cumplir.
Yo estuve 8 años sentada en un escritorio sin trabajar, mi jefe no me asignaba funciones y yo ayunaba para tener fuerzas, al Señor le decía: ¡´Aquí está tu hija´! Si en ese tiempo hubiera renunciado, me hubiese ido como una gallina, pero yo me vi como un águila. La presión era invencible, mis compañeros en reuniones y con trabajos asignados y yo en ese momento le pregunté a Dios qué debía hacer en este tiempo ocioso, sabía que, si tenía presión, era porque el enemigo estaba tras mi objetivo; empecé a leer la biblia y muchos libros cristianos, de ahí salió el primer mensaje que prediqué acerca de Ester, porque mientras el diablo quería consumir mi sueño, yo decidí seguir adelante.
Cuando hay presión en los hijos de Dios, debe haber multiplicación, mientras más presión, más tienes que demostrarle al diablo que el capataz no te podrá vencer. Si multiplicas lo que Dios te ha dado, el diablo se asusta, en este momento, debemos levantar el clamor y la oración.
La presión no indica que hay multiplicación, si te has dejado de multiplicar, es porque no le has cogido la seña a Dios, no aguantas la presión porque viene cargada de dolor y de humillación. El que está en ese lugar no debe ver al que lo oprime, tiene que ver al que lo llamó. ¡Sin importar la situación en la que estés, te tienes que seguir multiplicando!
Dios vio que yo no mermé y cuando estaba en la recta final vino un profeta para traerme dirección: ´Te quedan 6 meses en ese lugar, aguanta la presión porque de aquí te vas a la Iglesia, dedicada a la oración y a administrar mi casa´.
El profeta no vino al otro día de yo sentirme presionada, él tardó, porque el Señor quería ver lo que yo tenía como meta, hasta que no tomé la determinación de continuar y llegar al final, la dirección del profeta no llegó.
Sin importar lo que te hagan, nada puede robar tu adoración a Dios. La presión te puede quitar lo material pero no lo espiritual.
Con cada presión que tienes, recibes un propósito de Dios y Su señal aparece cuando decides continuar, no cuando te rindes.
El pueblo de Israel se multiplicó a pesar de la presión que recibía y fueron los que levantaron las edificaciones de almacenaje para los egipcios.
Ahí donde estás, Dios te está llamando a no dejarte vencer por la presión. Aguanta la presión porque viene una promoción.
Eclesiastés 11:5 (RV1960)
“Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas”.
Hay algo dentro de ti que muy pronto se hará visible.
El enemigo creía que Sansón ya no servía para nada, pero se le olvidó que su fuerza no radicaba en lo externo sino en el poder de Dios que llevaba dentro. Lo que Dios ha puesto en ti es para cumplir un propósito aquí en la tierra, lo que hay dentro de ti viene con un propósito y el enemigo va a querer destruirlo.
Cuando viene una promoción a tu vida, antes viene una presión que quiere desenfocarte, tenemos que saber que los trabajos pesados, esos que nos disgustan, vienen por una promoción que se avecina.
Tienes que ver el final de tu meta y no sólo el comienzo.
Hoy yo no estuviera casada sino hubiera vencido la presión y no hubiera creído antes en el cumplimiento del objetivo de haberme casado con un Apóstol. A él le decía: ´No te persigo a ti, sino al que está dentro de ti´.
¿Cómo vencer a los capataces? Los vas a vencer con esperanza y fe. La fe es un don y viene por medida, si estás aguantando la presión con tu medida de fe, tienes que pedirle al Señor que aumente tu medida, y ésta va a aumentar.
En el Getsemaní vino un ángel del Señor a fortalecer a Jesús, no vino para que abortara el plan, ese lugar fue el inicio de todo lo que tendría que soportar. ¡En vez de abortar, llama a los ángeles de Jehová para que te sostengan!
Hay ángeles que están a tu alrededor y que son activados por el precepto de la Palabra, entran en acción para ayudarte, sanarte, restaurar tu matrimonio y pagar tu deuda cuando das la orden con la Palabra.