“Cómo Obtener Las Promesas” – Mensaje del Apóstol Miguel Bogaert

Hay un solo culpable de mi condición y ese culpable soy yo. Cuando conocemos a Dios y nos proponemos buscarlo, se nos convierte en una desesperación el buscar posición en Cristo. Esta desesperación es buena, pero no es lo más importante. Antes de querer tener una posición, necesitamos ver nuestra condición.

 

Mi posición dependerá de mi condición.

 
Debemos controlar lo que sentimos, porque si no, esta desesperación nos va a querer controlar a nosotros, y hará que cometamos muchos errores. Muchos tenemos luchas internas que no nos permiten tomar las promesas de Dios, porque estamos más enfocados en la posición con Dios; y a Dios, lo menos que le interesa es entregarnos una posición. A Dios le interesa lo que Él es en nosotros.

 

Conforme a lo que Él sea en nosotros, así será la posición que nos entregará.

 

Cuando tenemos esta desesperación por obtener una posición, el enemigo lo usará en nuestra contra, y Dios los que nos está diciendo es que los obreros son pocos y la mies es mucha. Nosotros tenemos que empezar siendo obreros, no habla de pastor, o profeta o apóstol.
 

La desesperación se une a los conflictos internos que tenemos, de pretender una posición en Dios y el enemigo usa nuestra desesperación para desenfocarnos y cuando lo hacemos, nos perdemos la Palabra que Dios nos está dando en el ahora.

 

Esta es la razón por la que vemos tan pocos obreros en la iglesia, nos convertimos en personas competitivas y todo lo de Dios lo veremos de la misma manera. Y Dios, mientras hablándonos del ahora y de Sus bendiciones, pero lo perdemos por estar más pendientes de una posición.
 

La Palabra dice que las riquezas de los pecadores y de los injustos vendrán a los justos. Esta es una promesa. Todo el mundo quiere esta promesa, pero nos todos quieren ser justos primero.

 

Nuestro Dios es tan justo, que es incapaz de quitarle algo a alguien injusto para dárselo a otro injusto.

 

Esta palabra se cumple en nosotros cuando dejamos de buscar una posición y entramos en el nivel de obrero. Lo más lindo que tiene un obrero es:
 
Un espíritu enseñable.
Un espíritu que no se avergüenza por lo que hace. Los que quieren posición dicen que eso no les toca cuando se les manda a limpiar un baño.
Siempre tendrá un espíritu de humildad.

 

1 Corintios 2:9 (RV1960) “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

 

¿Es esta una promesa sí o no? Entonces, ¿por qué no la hacemos real en nuestra vida? Por nuestros conflictos internos. Tenemos que aprender a dejar posición en Dios y comenzar a entender las decisiones de Dios.

 
Dios preparó para los que le aman Sus riquezas, no solamente posesiones físicas, también espirituales. Aquí es que el enemigo viene y te pone una trampa, ¿realmente crees que Dios quiere ver a Sus hijos depresivos y en necesidad?
 
La ambición de posición junto a los conflictos internos que tenemos es justo donde el diablo nos juega sucio. Le peor es que perdemos las bendiciones de Dios, esas que Él tiene para nosotros en el ahora.
 
El adversario quiere que siempre estés emocionalmente expectante. Lo primero que desata nuestro conflicto interno son las emociones. Es por esto, que el enemigo quiere que busquemos a Dios de una manera emocional.
 
Cuando buscamos a Dios de una manera emocional, no tendremos fuerzas para pelear lo que Dios tiene para nosotros. A Dios no podemos buscarlo por emoción. El enemigo quiere que nuestra fe esté fundamentada en emoción.
 
La emoción tiene dos cosas muy malas:
 
Es circunstancial, conforme a tu situación, así estarán tus emociones. Mientras que la fe no es así, es constante, es única, es una certeza y una convicción.
La fe emocional es por asociación y es ambiental. Un día tenemos la fe como un león y al siguiente, como un ratón. Por esto nuestra fe es fingida porque está basada en circunstancias.
Desde el día que llegaste a este lugar, dejaste de ser pobre para poseerlo todo. Debemos cambiar el lugar de nuestra fe y Dios nos hace poseedores de todo.
 
Tenemos la autoridad y el poder para que, aunque nos cierren las puertas, podamos alcanzar nuestros sueños. Esta fuerza es el Espíritu Santo, mas si esta fuerza la tenemos a nivel emocional, no podremos derribar las puertas y por eso nos deprimimos y tiramos la toalla, nuestros conflictos internos vienen a ser más fuertes que nuestra fe.
 
Si nuestra fe es emocional, hará de nosotros lo que quiera.
 
Oración: Tengo la capacidad y el poder dentro de mí para tomar autoridad de abrir puertas, de atar y desatar y que todas las promesas de Dios vengan a mi vida. Soy hijo, tengo derecho, herencia y privilegio. Tú, Diablo, ya no usarás más mis conflictos, porque ahora mi fe se levanta con fuerzas para atraer las promesas que Dios Padre tiene para mí.
 
Josué 1:8 (RV1960) “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
 
El libro de la ley es la Palabra, en ella se encuentran todas las respuestas que necesitamos, sea lo que sea, todo está en la Biblia.
 
Lo que va a empezar a romper con los conflictos internos que tenemos y a poner nuestra fe en el lugar correcto es el saber la Palabra. La Palabra es el antídoto a nuestros pensamientos y conflictos internos.
 
Cuando te deprimes, es la Palabra que te dice ´Gózate, hija de Sión, tú que nos dabas a luz, eras estéril pero ahora darás a luz hijos´.
 
En el primer camino que Dios nos prospera es en el espiritual. La Palabra nos va a encontrar y nos va a enfrentar, viene a ser un taladro que destruye nuestros conflictos. Que cuando estamos cansados, Dios nos dice ´Esfuérzate y sé valiente´.
 
¡Declara y establece, profetiza cada promesa de Dios sobre tu vida!
 
El Espíritu Santo nos habilitó, pero no permitimos que Él tome el control de nuestra vida. Tus conflictos no te permiten ver lo que el Espíritu Santo quiere contigo. Nosotros queremos una posición en Dios a nuestra manera, porque si la quisiéramos a Su manera, las cosas serían distintas.
 
Tarde o temprano, nuestros conflictos vienen a ser una oposición para nosotros. En otras palabras, somos un productor de problemas. Por eso, donde quiera que vayamos somos un problema. Y no lo somos por nuestro carácter, lo somos por el conflicto interno.
 
1 Reyes 17:1-7 (RV1960) “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. 2 Y vino a él palabra de Jehová, diciendo: 3 Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. 4 Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer. 5 Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. 6 Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo. 7 Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra”.
 
Todo el que tiene un conflicto interno, así como Elías, es porque tiene una Jezabel dentro. Todo lo que se opone a Dios, es un espíritu de Jezabel.
 
No hay un espíritu que esté más cerca del espíritu del Anticristo que el espíritu de Jezabel. Todo el que quiere posición en Dios, tarde o temprano se acomoda a esperar que le den lo que cree se merece.
 
Por esto, a muchos, Dios les secará el arroyo. Porque nos hacemos pasivos y nos familiarizamos con lo poco que tenemos, y nos hacemos de una mentalidad de desierto. No somos bendecidos porque nuestros conflictos y necesidades se han hecho más fuerte que lo que Dios depositó en nosotros.
 
Necesitamos ser obreros y cambiar nuestra mentalidad de desierto por una de tierra prometida. La mentalidad de tierra prometida es la de hacer posible las promesas. Lo que Dios te ha prometido tú lo traes del cielo a la tierra.
 
Deja que el Espíritu Santo actúe en tu vida porque ya Dios te validó para que pudieras hacerlo. El Espíritu Santo tiene que validarse en ti, con paciencia, amor, dominio propio y templanza.
 
Cambia la queja y la mentalidad desértica, esta es la mentalidad de vivir con lo suficiente. Dios no te ha llamado para vivir en lo suficiente, Él quiere que vivas en la sobreabundancia para que puedas bendecir a otros.
 
Dios está esperando le entregues a Él lo que primero Él entregó por ti: Él quiere tu vida. Cuando le entregues tu vida y te hagas un obrero, entonces Él te entregará una posición. A Dios no le interesan mis errores, más le interesa mi disposición. Y se refiere a la disposición de entregarle eso que Él nos entregó primero.
 
Dios es omnipotente. No hay nada que le pidamos que Él no pueda darnos. Sin embargo, no sabemos cómo pedirle por nuestro conflicto interno.
 
Cambiemos nuestra preocupación por fuerza, ya no lloremos, cambiemos nuestro llanto por fuerza. El Espíritu Santo nos ha validado, tenemos el poder de atar y desatar. Dios nos lo dijo, y lo hizo cuando entró en el poder de la resurrección. No lo dijo antes de morir, lo dijo cuando entró en la dimensión del poder de la resurrección, entregándonos el poder para atar y desatar.
 
Es bueno que oremos, pero debemos validar lo que Dios ya dijo con nuestras palabras: Necesitamos desatar y decretar que somos semejanza e imagen de Dios. Nadie es semejanza sin primero ser imagen, porque la imagen habla del carácter. No podremos hacer lo que Dios hace hasta que no seamos Su imagen, hasta que tengamos Su carácter.
 
Lo imposible para mí, debe convertirse en un desafío.
 
Cuando permanecemos pasivos ante las promesas de Dios, un poder dentro de nosotros se queda retenido. La gente pasiva, es gente llena de conflictos internos. La persona pasiva no puede glorificar a Dios y tiene una mente desértica. Cuando nos quejamos, glorificamos a Satanás y el poder que tenemos se queda retenido.
 
Todos tenemos un llamado, algunos para predicar, otros para financiar lo del reino, y todos debemos evangelizar, porque a eso nos llamó Dios: Id por todo lugar y predicar el evangelio a toda criatura.
 
La persona pasiva tiene primero un conflicto interno, no tiene la certeza de que Dios le habló y siempre está esperando que Dios le hable. El conflicto siempre va a provocar que quieras y esperas por una confirmación sobre lo que Dios ya te habló y solamente debes activarte porque en el camino Dios va a proveer.
 
Tenemos que aprender a validar lo que Dios nos dice, porque son nuestros conflictos internos que hacen que las promesas de Dios no se cumplan.
 
Una palabra de Dios y un ejemplo, un testimonio, me dan toda la validación que necesito.
 
El pasivo como segundo, siempre requerirá una ayuda, un bastón del que recostarse, que le ayude a hacer lo que Dios ya le dijo le toca hacer a él. Cuando Dios da una palabra, te llama a empezar porque es en el camino que tu trabajo inspirará e influenciará a otros a hacer lo que ya estás haciendo.
 
En la Biblia encontramos la historia de esta mujer que veía este profeta que pasaba por el frente de su casa y le dijo a su esposo que quería prepararle una habitación; una vez que dispones en tu corazón y determinas hacer algo, cuando el problema se acerca, ya tienes la solución. Esta mujer no tenía hijos, le hace la habitación al profeta, coloca una cama, una lámpara y una mesa e invita al hombre de Dios a quedarse en su casa. Este profeta llega y se da cuenta que a la mujer le falta algo: le dice que, para el año próximo, ella tendría un hijo en sus brazos. Regresa el profeta cumplido el tiempo y la mujer tiene a su hijo. Pasado otro tiempo, el hijo de esta mujer muere y ella sale al encuentro del profeta, no le dice siquiera a su marido que su hijo estaba muerto o enfermo. Ella ya había determinado en su corazón honrar al profeta y cuando se encontró con él, solamente dijo: “Resucítalo”.
 
Cuando has determinado en tu corazón honrar a Dios, tienes el derecho de pedir.
 

No comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *