Back

Déboras Edificadoras del Reino

Dando fruto de una vida que se ha rendido para que Él sea exaltado

Humíllense delante del Señor, y él los enaltecerá. Santiago 4:10

No todos estamos dispuestos a humillarnos, reconociendo que hemos actuado indebidamente y que tenemos que reparar esa acción porque Dios no la aprueba. Humillarnos es aceptar, es reconocer que no lo hicimos bien y que estamos dispuestos a asumir la responsabilidad de los hechos para enmendar cualquier daño o consecuencia de nuestras acciones, conscientes o inconscientes, pero que están ahí y no pueden ocultarse.

Hacer esto no nos avergüenza. Al contrario, nos exalta delante de la presencia de Dios, porque hemos dejado a un lado el orgullo para ser humildes. Pues la grandeza del hombre está en reconocer y aceptar sus fallos, no en ocultarlos o hacerse el indiferente sabiendo que actuó mal.

Cuando lo hacemos demostramos que hemos sido cambiados y transformados, que nuestro ego no puede dominarnos, porque queremos ser como Cristo, reflejando Su carácter y dando fruto de una vida que se ha rendido para que Él sea exaltado.

Comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.