Nuestras palabras edifican o destruyen, bendicen o maldicen
Apóstol Miguel Bogaert
El arrepentimiento del hombre viene a través del reconocimiento de lo que el hombre es, provocado por la revelación de Dios, por eso mucha gente no se arrepiente genuinamente, porque no tiene la revelación de lo que es Dios. El arrepentimiento genuino viene cuando el hombre tiene un encuentro consigo mismo y reconoce su condición delante del espejo de la revelación de Dios.