Desde pequeños nos inculcaron al miedo y al temor, y todo esto hace que cuando somos adultos no nos arriesguemos. Mientras nos movemos en lo que conocemos todo está bien, pero cuando nos hablan de hacer algo que para nosotros es desconocido, nos llenamos de temor y de miedo. Dios quiere romper los límites en nosotros, no podemos permanecer en el mismo lugar por años y sin avanzar por temor.
Cuando Dios nos da una palabra debemos de cerrar nuestros ojos naturales y abrir los espirituales. Cuando somos expuestos sale lo mejor de nosotros, aquello que no sabíamos que estaba ahí. Dios demanda hijos valientes, que estén dispuestos arriesgarse.
Cuando logramos pasar los obstáculos no damos cuenta lo que hay dentro de nosotros, y esto hace que avancemos.
Dios siempre te sostendrá, porque Él quiere que llegues a la meta, al final.
Lo que eres hoy no lo serás mañana, porque Dios te cambia, te transforma en medio de los procesos en los cuales te arriesgas. Cuando te arriesgas la primera vez, esto te llevará a ponerte a la disposición para hacer lo que Dios quiere que hagas y que pensabas que no podías hacer.
El reino no está hecho para cobardes. Todo lo que tenemos debemos de exponerlo.
En lo natural tenemos nuestros temores, pero nuestros pensamientos deben ser de grandeza, para que de esta manera puedas arriesgarte.
Isaías 54.2
Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
Es tiempo de expandirnos, no podemos ponernos límites, tenemos que pensar en grande. Cuando nos extendemos y alargamos las cuerdas, ahí reforzamos las estacas, para de esta manera no volver atrás.
Tenemos que hacer cosas nuevas para obtener cosas nuevas.
Los hijos de Dios estamos llamados a pensar en grande. Como hijos de Dios tenemos herencia, pero para obtenerla debemos de extendernos, porque Dios es un Dios de cosas grande; nuestros pensamientos deben de ser del tamaño de Dios.
Dios quiere que desatemos nuestras cuerdas, que rompamos con nuestros límites, no nos debemos de preocupar por lo que los demás digan, los que se arriesgan marcan siempre la diferencia.
Debemos de cambiar la mentalidad de aldea, de temor; el riesgo se te llevará a algo desconocido. Lo peor es cuando queremos algo y no nos arriesgamos a obtenerlo por temor, porque nuestros conceptos y nuestros pensamientos nos limitan.
Debes de salir de donde estás para que el Señor te muestre lo que tiene para ti; Dios quiere darte una visión.
Dios es quien te hace crecer y avanzar. Piensa en grande, porque le sirves a un Dios grande.
Hay una verdad en la cual nos debemos de mover y esta debe de ir en contra de nuestra realidad; no importa lo que veas con tus ojos, la verdad en la cual te muevas debe superar tu realidad.
El que se arriesga vive siempre en las alturas. No importa por lo que esté pasando, debes pensar que tu redentor vive.
Tienes que dejar de ser pasivo y cobarde. Hay cosas que Dios tiene para ti que si no te arriesgas no lo vas a obtener.
Jueces 1:11-15
De allí fue a los que habitaban en Debir, que antes se llamaba Quiriat-sefer. Y dijo Caleb: El que atacare a Quiriat-sefer y la tomare, yo le daré a mi hija Acsa por mujer. Y la tomó Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb; y él le dio a su hija Acsa por mujer. Y cuando ella se iba con él, la persuadió que pidiese a su padre un campo. Y ella se bajó del asno, y Caleb le dijo: ¿Qué tienes? Ella entonces le respondió: Concédeme un don; puesto que me has dado tierra del Neguev, dame también fuentes de aguas. Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.
Tienes que pelar por tus sueños y enfrentar tus temores.
No te puedes quedar estancado, un conquistador no se puede quedar en el mismo lugar por mucho tiempo, porque siente que se consume. Un conquistador es decidido, no es conformista, no es temeroso. Dios anhela darte más, pero para esto tendrás que arriesgarte con valentía.
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