“Valor de la Integridad” – Apóstol Dr. Miguel Bogaert

La importancia de vivir sumergidos en la escala de valores de Dios, es en ello que entendemos claro y preciso que si nosotros entramos en esta escala de valores, todo aquel que amamos será afectado por dicha escala de valores. Esto quiere decir que debemos ser protones y pioneros en hacer los cambios para entrar en esos valores que Dios tiene.

 

 

Vivimos en un mundo de concesiones, dentro de una sociedad que ha abandonado los valores morales e intrínsecos de Dios y cada concesión que hacemos la hacemos por nuestra conveniencia. La palabra conveniencia consiste en alcanzar nuestros objetivos sin importar los medios que sean necesarios, muchos estamos viviendo de esta manera, de acuerdo a nuestra conveniencia y esto no es malo, siempre y cuando no perdamos los valores que Dios nos ha dado y que tiene para nuestras vidas.

 

 

Muchos de nosotros estamos comprometiendo los valores de Dios por la conveniencia, lo que está haciendo que la sociedad cambie cada día más, que sea más imperfecta y que tenga muchos menos valores.

 

 

Un ejemplo lo tenemos en los políticos, los cuales nos sumergen en cambios que llevan a la sociedad a hacer más concesiones, ellos están supuestos a luchar por los altos ideales en nuestros países, y sin embargo, nos llevan cada día a hacer más cambios y concesiones. Antes de las selecciones, promueven sus elevados estándares e ideas, para luego olvidar lo que han prometido; lo mismo sucede en los negocios, con los ejecutivos de empresas, con los jueces, abogados, atletas e incluso líderes espirituales, todos están dentro de las mismas condiciones, cambiando los valores por concesiones. Es como resultado de este estilo de vida, que aprendemos a mentir, a engañar y a robar, sólo para obtener una concesión o aquello que nos interesa: Nuestra conveniencia, es así como perdemos nuestros valores.

 

 

El sistema de conveniencia hace que entres en un conflicto donde empiezas a agradar al mundo y cuando lo haces, raras veces puedes agradar a Dios, rara vez va a coincidir. La Iglesia no quiere comprometerse con Dios o con el sistema que Dios tiene.

 

 

Si el evangelio no es ofensivo, entonces no es evangelio, porque el evangelio es ofensivo a todo lo que se llama pecado, entonces en el evangelio no puede haber concesiones.

 

 

Cada día se pierde más el valor de la integridad en el hombre, el mundo es un seductor que trata de llamar la atención de nosotros, se encuentra tan cercano, visible y tan tentador que a veces nos eclipsa la visión que tenemos del cielo.

 

 

Romanos 12:2 dice:  

“ No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.  

 

 

Pero el mundo quiere que nos asociemos con él, cada vez que venimos a la Iglesia, tenemos que saber con lo que llegamos y saber lo que traemos dentro que pertenece a ese sistema de allá afuera, y es que muchos venimos arrastrando ese sistema de conveniencia, que nos lleva incluso a hablarle a Dios por conveniencia, olvidándonos que cuando le buscamos sólo por conveniencia, lo hacemos sólo para una satisfacción propia. La clave está en buscarlo, por Sus valores, esos que nos llevan a cambiar para poder entender cómo buscamos a Dios.

 

 

Cuando llegamos a la Iglesia con este sistema de conveniencia, surge un conflicto y el conflicto es agradar al mundo. Son muchas las Iglesias que están cambiando, porque se han olvidado que nosotros no podemos transigir dentro del evangelio, pero aceptamos con tanta facilidad los valores del mundo y los vamos metiendo a la Iglesia sin darnos cuenta, hemos llegado a entender que podemos meter los valores del mundo a través de un sistema de conveniencia.

 

 

La biblia nos exige que vivamos separados del mundo y el mundo no es más que ese sistema egoísta de nuestro yo.

 

 

1 Pedro 2:9: 

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 

 

 

Esta Palabra nos dice que cuando entramos al sistema de Dios, Él nos hace diferentes a la gente de allá fuera y para nosotros ser diferentes al pueblo de allá fuera, tenemos que cambiar una serie de sistemas que traemos de ese mundo y con los cuales seguimos subsistiendo, no viviendo.

 

 

La palabra virtud significa una bondad intrínseca, autoridad, cualidad esencial en el ejercicio de la fe; no puedo anunciar las virtudes de aquel que me llamó, si no tengo esas virtudes y si no las vivo. No fuimos llamados a anunciar cualquier cosa, fuimos llamados a anunciar las buenas nuevas que son Su Palabra, donde se encuentran Sus virtudes.

 

 

Cuando vienes a Cristo, obligatoriamente tienes que empezar a reconocer y arrepentirte de todas las cosas y sistemas que has traído del mundo porque has llegado a un punto en el que has perdido tus valores por hacer lo que te conviene. Necesitamos cambiar este sistema.

 

 

Cristo murió por Sus valores y nunca negoció ninguno de ellos por conveniencia. Si estamos llamados a anunciar las virtudes de Cristo Jesús, tenemos que empezar a cambiar muchos sistemas que hemos traído del mundo y que insistimos en tenerlos ahora, es por esto que siempre predico de la importancia del ser en vez del hacer, podemos hacer muchas cosas para Dios pero si no estás en Él, no tiene el mismo valor.

 

 

El pueblo de Dios está viviendo en ese sistema del mundo en el que han entrado incluso los líderes espirituales, quienes han entrado en el sistema de concesiones y conveniencia, lo que ha causado distorsión a la Iglesia en los últimos años. El mundo está dentro de la Iglesia y si el mundo está dentro de la Iglesia es porque el mundo está dentro de los hogares.

 

 

Dios vive conforme a Su Palabra y no se compromete ni sacrifica sus verdades ni nunca lo hizo. Nosotros sí usamos la conveniencia y lo primero que aprendemos es a decir mentiras. La conveniencia te enseña a sacrificar la Palabra. 

 

 

 

Salmos 138:1-2 dice: 

 “Te alabaré con todo mi corazón; delante de los dioses te cantaré salmos.  Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas”. 

 

 

En este pasaje encontramos el primer punto para salir del sistema de la conveniencia, y es simplemente dándole el valor a Dios a través de Su Palabra. Cuando tienes la revelación de lo que es Dios y de Su Palabra, viene a tu vida un nuevo sistema de moral y ética que va a abolir el sistema de conveniencia que traemos del mundo. En otras palabras, no has de negociar Su Palabra y lo que Dios significa, Su Palabra está por encima de todo lo que puedas querer por conveniencia. 

 

 

 

Versículos 3-6: “El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma.  Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra, porque han oído los dichos de tu boca.  Y cantarán de los caminos de Jehová, porque la gloria de Jehová es grande.  Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos”.

 

 

El salmista nos está diciendo que cuando negocias a Dios y Su Palabra por conveniencia, lo que vas a ganar no es significativo en comparación con lo que Dios tiene para ti. Hay muchas personas negociando a conveniencia lo que les conviene. Cuando entendemos este salmo por revelación, vamos a entender el poder que tiene Su Palabra y el valorar a Dios nos va a sacar de todos esos sistemas que venimos acarreando.

 

 

Para desarrollar la integridad en el pueblo de Dios, debemos considerar la Palabra de Dios como la autoridad máxima.

 

 

Integridad significa una firme adhesión a un estatus o código moral-ético, es una cualidad de ser sólido, nada te mueve cuando te apoderas de esta cualidad. Ser integro es ser fiel a las normas éticas de uno mismo y en nuestro caso, a las normas de Dios. El Señor llora cuando ve a Su Iglesia negociándolo a Él.

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