“Rinde tu voluntad a Dios” – Mensaje del Apóstol Miguel Bogaert

Muchos de nosotros buscamos a Dios para que nos resuelva problemas y nos saque de situaciones adversas, esto no es malo, es bueno, pero mejor es que lo busquemos para nuestra salvación. Lo que vivimos en la tierra es momentáneo pero la salvación es eterna.
 
Algo que la Iglesia debe entender en estos tiempos es que estamos en los tiempos finales, por lo tanto, debemos darle mayor importancia a nuestra salvación. La Palabra dice que Jesús vendrá como ladrón en la noche. No me gustaría que esto pasara porque entiendo tenemos una mala interpretación sobre Su segunda venida; creemos que cuando Cristo venga el mundo se acabará y no es así, el mundo seguirá como está. Lo que ocurrirá es que algunos seremos escogidos – con lo cual personalmente, estoy trabajando. Tenemos que estar prestos y preparados para la segunda venida de Jesús, y que nos encuentre como tenemos que estar.

 

Dios creó al hombre para que éste dependiera completamente de Su creador, porque Él es nuestra fuente. De esta manera, el hombre viviría en plenitud, sin faltarle nada. Adán dependía completamente de Dios, nada le faltaba, hablaba con Él y estaba conectado a Él. Sin embargo, automáticamente Adán falla, Dios lo saca de Su presencia y es lo que se llama Pecado Original. El problema no era tanto el que nos apartara de Él, sino más bien de Su propósito en nuestras vidas. Lo más triste que le pueda pasar a un hombre es vivir sin un propósito, porque el propósito es lo que nos da vida.

 

La desobediencia del hombre hizo que esa relación se rompiera y el hombre entró en una independencia de Dios. La palabra independencia puede significar varias cosas, como rebeldía, el no querer hacer las cosas, entre otras.

 
Génesis 3:22 (RV1960)

“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre”.

 

El hombre desde que falló, trató de ser como Dios, y es en este trato de querer ser como Dios, que nace la voluntad del hombre. Cuando haces tu voluntad, estás tomando el papel de Dios. Aquí nació la iniquidad que es el pecado de la independencia.

 
Lo más difícil para el hombre es unir su voluntad a la de Dios y es algo que el hombre debe trabajar. Es en este momento que nace la desobediencia en el libre albedrío del hombre. Este libre albedrío se llama voluntad, a partir de aquí el hombre empieza a vivir conforme a su voluntad. La voluntad es el órgano de la mente y el alma y de ésta depende cuando toma sus propias decisiones. Todo lo que decidimos sale de nuestra voluntad. Si decidimos pecar es porque nuestra voluntad nos llevó a ello; si robamos es porque nuestra voluntad nos llevó a robar. Si decidimos seguir a Cristo es porque nuestra voluntad nos llevó a seguirle.

 

Este tiempo va a depender de tu voluntad. Tú eres quien decides si este año será mejor o si será igual al que pasó, esta decisión la haces conforme a tu voluntad. El querer o no querer, el elegir o no elegir, el decidir o no decidir está en tu voluntad. Todo lo que quieres, decides y eliges ya ha pasado por tu voluntad.

 

La voluntad puede ser considerada como el verdadero yo nuestro, porque nuestra voluntad siempre va a satisfacernos a nosotros mismos. El yo ene l hombre lo empezamos a definir por nuestra voluntad.

 

Mas si conectas tu voluntad con la de Dios, harás las cosas para agradar a Dios. Si no lo haces, estás trabajando para tu yo.

 
Cuando haces tu voluntad y no la de Dios, vas a tener problemas. Esto ocurre, aun en tu trabajo, te dicen lo que debes hacer, pero haces tu voluntad, porque esta no es más que la naturaleza del hombre. Dios ha lidiado con esto desde siempre, estamos muy enfocados en amar a Dios y en servirle, también en aprender de Él, pero no nos enfocamos en doblegar nuestra voluntad. Y no lo hacemos, porque para hacerlo, tenemos que nacer de nuevo. Hasta que no seamos nuevas criaturas y nazcamos de nuevo, no doblegaremos nuestra voluntad.

 

Podemos estar apartados y nos puede estar yendo muy mal, pero Dios siempre está interesado en que volvamos a Él y nos conectemos con Él. ¿Cuál es problema de la voluntad? Tiene dos (2) primos hermanos que siempre andan con ella, uno es la emoción y el otro es el sentimiento. Cuando no controlas tus emociones y sentimientos, la voluntad estará a merced de ellos dos. El enemigo siempre te va a atacar a través de estos dos, porque es la manera de doblegar tu voluntad. Por eso, esta guerra tan acérrima con Dios, el enemigo utilizará estos dos primos hermanos para doblegarte.

 
Conozco personas que aman a Dios y que han nacido en el evangelio, habiendo permanecido en una burbuja y cuando salen al mundo, sus emociones y sentimientos hacen que hagan lo que dice la carne. Los sentimientos hacen que se olviden los valores de cualquiera.
 

Necesitamos una voluntad férrea, más fuerte que nuestras emociones. Necesitamos una voluntad dada por el espíritu y no por la carne.

 

Muchos cometemos tantos errores porque no entendemos que nuestras emociones y sentimientos doblegan nuestra voluntad. El resultado de la voluntad es la expresión de las emociones y los sentimientos y por eso la voluntad es más profunda.

 

Dios quiere que en este tiempo tengas un nuevo nacimiento en Él y que tu voluntad sea sacada del Espíritu, que tu voluntad no sea tocada por lo que escuchas ni lo que ves, que tu voluntad no sea tocada por ninguna tentación ni por tus necesidades, sin importar lo que sea. Muchos piensan que la voluntad debe ser compatible con la razón, y que debe ser emotiva y racional y las cosas de Dios no pueden ser razonadas.

 
Las cosas de Dios se sienten por relación, porque el objetivo de esta no es la emoción ni la razón, más bien su objetivo es impartir vida al hombre.

 

Si vamos a buscar de Dios, debemos hacerlo por relación.
 
Cedamos nuestra voluntad a la del Espíritu.

 

Cuando nos referimos a la voluntad de Dios, hablamos sobre el propósito de Dios para el hombre. Su voluntad no es que estemos en dificultades, Su voluntad es que recuperemos lo que se perdió en el huerto del Edén.

 

Propósito es la intención original de Dios. Su propósito para tu vida es Su voluntad. Propósito de Dios es igual a Su voluntad.

 

Cuando doblegamos nuestra voluntad y hacemos la de Dios, automáticamente entramos en Su propósito. Y permaneceremos en problemas mientras continuemos luchando entre nuestra voluntad y la Suya. Todos podemos entrar en el propósito de Dios, solamente necesitamos quererlo, decidirlo y hacerlo. ¿Cómo entramos? Haciendo Su voluntad.

 

Nunca probaremos desde el principio la plenitud de Su voluntad, habrá un tiempo de reconocimiento.

 

Por la desobediencia el hombre perdió el enfoque de Dios en su vida. Esto se perdió y por eso debemos edificar una relación con Dios. Nuestra voluntad puede estar trastocada por el enemigo a través de nuestras emociones y sentimientos. Hay gente que doblega su voluntad por la necesidad. Los valores aprendidos doblegan la voluntad, movidos por una necesidad. La buena noticia es que, así como el enemigo trastoca nuestra voluntad, también lo puede hacer el Espíritu Santo y lo hace a través de la relación. Para hacer la voluntad de alguien, necesitamos primero una relación con ese alguien.

 

Éxodo 35:21 (RV1960)

“Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad…”

 
Tanto nuestra alma como nuestro espíritu dan voluntad, ¿bajo cuál queremos seguir viviendo? La voluntad del Espíritu nos la da el Espíritu de Dios a través de nuestro espíritu. Dios no quiere saber nada de la carne. Él busca hombres y mujeres que quieran hacer Su voluntad. Nadie podrá hacer nada por ti, si no entras en el proceso de entregar tu voluntad.
 

Dentro de nosotros hay algo que puede ser convertido. No importa el pecado que hayamos cometido, Dios sabe que, en nuestra debilidad, fallamos, y reconoce que hay algo dentro nuestro que es de Su corazón.

 
Tenemos algo del corazón de Dios dentro de nosotros.

 
1 Samuel 13:14 (RV1960)

“Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó”.

 

David era un pecador, pero Dios sabía que había algo de Él en su corazón.

 
Cuando hacemos la voluntad de Dios, nos hacemos príncipes en todo lugar. Y esto es porque cuando hacemos su voluntad, entramos en Su propósito y cuando caminamos en Su propósito, Dios no permitirá que pasemos necesidades. Te reto a que lo pruebes.

 

David fue linaje directo de Jesús, a quien se le conoce como Hijo de David. Este es el beneficio de hacer la voluntad de Dios. Es el único hombre en toda la biblia con un corazón conforme al de Dios.
 

Mateo 12:50 (RV1960)

“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”.

 

Si quieres ser hermano de Jesús, haz la voluntad del Padre. Doblega tu voluntad y permite que sea la voluntad del espíritu que doblegue la tuya. Cuando hacemos la voluntad de Dios, Él nos coloca en lugar de eminencia.

 

Si quieres ser asesino del yo, debes juntarte con otros asesinos del yo, aquellos que mueren y crucifican el yo; rodéate de los que no se doblegan ante sus emociones y que son dirigidos por el espíritu. ¡Si quieres matar gigantes, rodéate de mata gigantes!

 

Tus amistades tienes que ser aquellos que aman tu propósito.

 

El beneficio de un príncipe es que hereda una corona. Tienes reino y dominio, todos te siguen. Queremos reinar, pero no queremos morir a la voluntad de los pensamientos y sentimientos.

 

Cáncer de los últimos tiempos:

La ignorancia.
El humanismo.
 

Juan 4:34 (RV1960)

“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”.

 

Juan 5:30 (RV1960)

“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.

 

Si dices ser seguidor de Jesús, ¿Por qué no haces la voluntad del Padre? Lo único que nos da la autoridad como cristianos es hacer lo que hacía Cristo.

 

Para doblegar nuestra voluntad necesariamente tenemos que nacer de nuevo, reformar y transformar el entendimiento para poder hacer la voluntad de Dios. Si no hay cambio y no ocurre un nuevo nacimiento en nosotros, nuestra voluntad no será doblegada. De igual forma, podemos tener gozo, conocer Su palabra, pero si no obedecemos lo que dice, no pasará nada. ¿De qué nos sirve todo el conocimiento del mundo si no hacemos la voluntad de Dios?

 
Cuando ambas voluntades se unen, la del espíritu y la nuestra, entonces comenzaremos a caminar bajo la intuición de Dios que no es más que el discernimiento. Cuando esto ocurre, empezamos a vivir bajo la revelación de la Palabra.

 
No hay revelación, si no entregas tu voluntad.

 

Dios no quiere saber nada de la carne ni de tu yo, Él está detrás de tu espíritu. Aquellas personas que caminan haciendo su propia voluntad son ciegos y no alcanzan a ver lo que se están perdiendo de parte de Dios. Un problema tiene el yo y es que es tan egocéntrico que solamente vive para sí mismo; cuando hacemos nuestra voluntad, alimentamos este ego.

 

Como nos gusta más lo que hacemos, nos perdemos de lo que Dios nos ofrece. No podemos razonar a Dios, pero sí razonar las cosas que Él nos habla; razonar las cosas que Dios nos ofrece para poder romper con las cosas que estamos haciendo. Debemos razonar nuestros pecados para que podamos dejarlos.

 

Lo espiritual no podemos razonarlo, pero si el pecado que está en nosotros, porque debemos tomar medidas si queremos dejarlos. Son las cosas que debemos razonar para poder decidir, elegir y dejar.

 

Si hacemos lo que dice la Palabra, seremos príncipes de Dios.

 

Si tienes un pecado y no lo razonas, nunca sabrás de donde vino. Debemos ir a la raíz del pecado para que podamos entrar en la voluntad de Dios. Para nacer de nuevo, debemos volver al principio, al lugar donde empezamos. Debemos encontrarnos con nosotros mismos, y tomar la decisión de no seguir igual.

 
Colosenses 2: 20 (RV1960)

“Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos…?”

 

Nuestros deseos nos someten a las cosas del mundo. Nuestra obediencia debe ser genuina para que hagamos la voluntad de Dios. Podemos hacer muchas cosas, pero si éstas no son originadas por la voluntad de Dios, no tenemos asegurada la victoria. Aunque nuestros deseos sean buenos, si no son parte de la voluntad de Dios, por más que nos esforcemos, no habrá victoria.

 
Dios nos dice que podemos elegir lo que queremos, si su bendición o la maldición.

 

1 Timoteo 2:4-5 (RV1960)

“… el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

 

La voluntad de Dios es que todos seamos salvos. Es nuestra decisión, y siguiendo nuestra voluntad no llegaremos. Tenemos que soltar la voluntad de la carne y seguir la voluntad del Espíritu.

 

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