“Sensibilidad a Su Presencia” – Apóstol Dr. Miguel Bogaert

Efesios 4:17- 19 (RV1960) dice: 

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,  teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza”. 

 

 

 

Si entiendes de lo que te voy a hablar, vas a poder entrar en un nivel mucho mayor en el espíritu. Te quiero hablar de la importancia de ser sensibles a la presencia de Dios, y sabemos que esta sensibilidad la perdimos con el pecado original y la recuperamos a través de la cruz en Cristo Jesús.

 

 

 

Debemos mantener esta sensibilidad hasta Su venida y para ello, tenemos que luchar, para ser sensibles y poder sentir a Dios, para estar con Él.

 

 

 

Una de las cosas que hemos perdido es la sensibilidad a Su presencia y es lo que más rápido se pierde porque está influenciada por circunstancias ambientales; siempre nos afecta lo externo para lograr tener la sensibilidad que necesitamos y entender a Dios.

 

 

 

Cuando somos insensibles a Dios, lo somos porque estamos afectados por circunstancias externas y ambientales y estas circunstancias son siempre captadas en nuestra mente y esto trastoca nuestra sensibilidad con Dios.

 

 

 

Otras veces somos insensibles por la dureza de nuestro corazón lo que también endurece nuestra mente.

Vanidad significa algo vacío de valor o de sentido, es la idea de algo que es vaporoso y que se esfuma, algo que no tiene importancia y que no produce nada real.

 

 

 

Cuando Efesios nos habla acerca de que estas personas andaban tras la vanidad de su mente, se refiere a que en su mente no había nada. Y cuando habla de una mente entenebrecida, está hablando de una mente oscurecida que no conoce la luz.

 

 

 

Lo que nos hace insensible a Dios:

  1. La vanidad en nuestra mente.
  2. La mente entenebrecida.
  3. Un corazón endurecido.

 

 

 

Estas condiciones nos hacen cada vez más insensibles a las cosas de Dios, lo que nos lleva a entregarnos a la lascivia de este mundo. La palabra lascivia, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, es la propensión al deleite carnal, también se trata de una lujuria con el sexo y se refiere a un morbo compulsivo a todo lo que satisface la carne.

 

 

 

Efesios 4 nos habla de todas estas condiciones y nos dice que estamos en una lucha y guerra continuos para no perder la sensibilidad de Dios. Por esto, se nos hace tan difícil ser sensibles a las cosas de Dios. Lo más frustrante para un creyente es ir a un lugar donde está la presencia de Dios y salir de ahí, sin haberlo sentido, porque no eres sensible a Su presencia.

 

 

 

Génesis 3:6 (RV1960) dice: 

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”. 

 

 

 

Primero tocó su alma y luego la voluntad de Eva. Satanás primero alcanza tu cuerpo, luego el alma, y finalmente anula tu espíritu.

 

 

 

Cuando Eva vio que el fruto del árbol era bueno para comer, Satanás tocó su lascivia y cuando le dijo que el árbol era bueno para tener la sabiduría de Dios, sacó en ella el orgullo de la vida. Satanás siempre te va a atacar desde afuera, porque él quiere que seas insensible a la presencia de Dios.

 

 

 

Satanás va a buscar un momento tuyo de debilidad para atacarte desde afuera hacia dentro, lo va hacer primero por tus ojos, con la lascivia de tus ojos, él lo está haciendo y ni cuenta nos estamos dando de qué nos está llevando cada vez más, a ser insensibles a las cosas de Dios y a Su presencia.

 

 

 

Nuestra insensibilidad comenzó con Eva y así lo sigue haciendo Satanás hoy, nos ataca de afuera hacia dentro.

 

 

 

Efesios 2:1-3 (RV1960)  

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,  en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,  entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. 

 

 

 

Así estamos nosotros, siguiendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y mientras vivamos en esta condición, no vamos a ser sensibles a la presencia de Dios. 

En todo tu ser, lo único que peca es tu alma.

Miqueas 6:7 (RV1960) dice:

 

 

 

¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?

 

 

 

Ezequiel 18:4 y 18:20 (RV1960)  

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”. 

“El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. 

 

 

 

Lo que te hace insensible a la presencia de Dios, no es tu cuerpo ni tu espíritu, es tu alma. Es importante que entiendas esto, cuando eres una persona almática, eres alguien independiente, no das frutos y no produces cambios. Cuando eres una persona almática, no ves lo que Dios está haciendo por ti, no ve los milagros que hace ni Su amor para ti.

 

 

 

Una actitud almática te hace totalmente insensible, y por esto no eres transformado ni regenerado. Porque todo tu circulo y tu ambiente se mueve bajo una atención almática. En el alma está el pecado y el pecado es lo que te hace insensible.

 

 

 

Muchos de nosotros tenemos que empezar a salir de esta condición para entrar en la condición espiritual. Cuando eres insensible a Dios, el pecado se te hace más fácil y por eso, vemos tantas personas pecando dentro de la Iglesia, fornicando y adulterando con hombres casados, teniendo ya mucho tiempo en la Iglesia. Vienen, alaban y adoran, y cuando salen, vuelven al pecado.

 

 

 

Mientras más insensibles a las cosas de Dios, más te vas acostumbrando a que lo malo es bueno. Hablamos del pecado, pero estas personas no creen que se les está hablando a ellos. Se predica un mensaje del pecado y de la insensibilidad a Dios, y ellos mismos aplauden y gritan amen consintiendo con el mensaje. Somos insensibles a Dios y a lo que le desagrada.

 

 

 

Mientras vivas por tu alma y para tu alma, no podrás ser sensible a las cosas de Dios. Tienes que salir de ese lugar, tu alma es alimentada por los cinco sentidos naturales y tus sentidos alimentan tu carne y tu cuerpo. Todo lo que ves, escuchas, hueles y tocas va a alimentar tu cuerpo.

 

 

 

Y no es que tu cuerpo peque, es que tu cuerpo es recíproco al pecado de tu alma. Tu problema no es tu carne, es por esto que la Palabra le llama carne al alma. Cuando comienzas a controlar tus emociones y sentimientos, más sensible te vas a hacer, cuando tus pensamientos cambian, tu alabanza también cambia, tu adoración, la forma cómo ves a los demás, todo cambia.  

 

 

 

Cuando una persona está muriendo a su alma, ya no ve igual a las personas. Cuando abre su boca, ya no lo hace para maldecir o murmurar, ahora lo hace para bendecir con sus palabras.

Vemos muchas personas bonitas y arregladas por fuera, pero insensibles a la presencia de Dios.

 

 

 

Conforme vayas deshaciéndote de todos los sentidos almáticos, irás creciendo en el espíritu, y como resultado, hay cambio y transformación, hay diferencia. Ya no tendrás pensamientos inicuos, sino de paz. Así como con los sentidos naturales se alimenta el alma, el espíritu también se alimenta de sentidos, lo que pasa es que es más fácil alimentar el alma con la forma en que vivimos, que alimentar los sentidos del espíritu.

 

 

 

 

Los sentidos del espíritu sustituyen a los sentidos del alma, y cuando esto ocurre, la recompensa es mayor. 

 

 

 

Los sentidos del alma te hacen sensible al cuerpo, pero los sentidos del espíritu te hacen sensibles a la presencia de Dios. El espíritu es sensible y tiene sentidos. El espíritu tiene amor.

 

 

 

1 Corintios 14:15 (RV1960)  

“¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”. 

 

 

 

Colosenses 1:8 (RV1960)  

“quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu”. 

El amor de las emociones y de los sentimientos da satisfacción a la carne, pero el amor del espíritu te da sensibilidad por y para con Dios.

 

 

 

Marcos 8:12 (RV1960)  

“Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación”. 

El espíritu gime y tiene sentidos. El alma cuando se alegra es momentánea pero el espíritu te da gozo y el gozo es eterno.

 

 

 

Juan 4:23 (RV1960)  

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”. 

 

 

 

Juan 11:33 (RV1960)  

“Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió”. 

 

 

 

Juan 13:21 (RV1960)  

“Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar”. 

 

 

 

Hechos 17:16 (RV1960)  

“Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría”. 

 

 

 

Te estoy demostrando que el espíritu tiene sentidos como lo tiene el alma, el espíritu se enfada y se regocija. Tienes que ponerte los pantalones, salir de los sentidos del alma y alimentar los sentidos del espíritu. Para ti es más cómodo vivir en los sentidos del alma, alimentando la carne, que meterte en los sentidos del espíritu para buscar la presencia de Dios.

 

 

 

Tienes que cansarte de hacer sensible a la carne. El espíritu como el alma, tiene sus deseos y pensamientos. Los deseos del espíritu y los deseos de la carne son muy diferentes. Todo lo que hagas con tu alma, va a alimentar el morbo de la carne. Pero todo lo que hagas para el espíritu, lo alimenta para hacerte más sensible al espíritu de Dios.

 

 

 

 

El espíritu como el alma, tiene deseos, pensamientos y voluntad, lo que no tiene son emociones. ¿Cuándo son nuestros pensamientos, del alma o del espíritu? ¿Cuándo es la voluntad de Satanás, de Dios o tuya?

 

 

 

¿Cómo identificamos lo que nos está gobernando? 

  1. Todo lo del espíritu sale de la Palabra. La Palabra habla de todo, cómo se si es de Dios, si no leo Su palabra.

 

 

 

¿Cómo sabes si es Dios que te está hablando? Solamente hay una forma, a través de la cruz.

Cuando tienes esta revelación, a partir de ahí, todo lo que hagas tiene que ser del espíritu. Hasta que no tengas la revelación de Su padecimiento en la cruz, en Su cuerpo, en Su espíritu, no vas a poder ver de lo que estás hecho, y si estás actuando dirigido por tu alma o por tu espíritu.

 

 

 

 

Necesitas tener la revelación de la cruz. Por no tener esta revelación, no cambias ni tienes temor a Dios, porque no has entendido el padecimiento de la cruz.

 

 

 

Dice la Palabra que una demostración de haber sido bautizado en el espíritu, es hablar en lenguas y una manera de demostrar que eres bautizado en el espíritu es que Él te fortalece para que seas sensible a Dios. El que es sensible a Dios, no peca.

 

 

 

Así que, si hablas en lenguas y dices escuchar a Dios, pero sigues pecando, entonces el Espíritu Santo no está contigo. Cuando el espíritu de Dios está contigo pone una muralla tan fuerte para que seas sensible a Él y no peques.

 

 

 

El que tiene revelado el misterio de la cruz, lucha y sangra, se desmaya, se golpea, ayuna, para no fallarle a Dios. Hace sacrificio para no fallarle a Dios. Cuando eres fortalecido por el Espíritu de Dios, los sentidos del espíritu se empiezan a hacer vida en ti.

 

 

 

Hay una primera respuesta cuando eres bautizado por el espíritu y es una percepción espiritual que se llama intuición. Cuando tienes la revelación de lo que Cristo padeció en la cruz, el Espíritu Santo viene sobre ti en una forma real, fortalece tu espíritu y viene esta intuición que no es más que el canal por el cual Dios te va a hablar. 

 

 

 

La intuición del espíritu anula tu mente y tus emociones, anula tus sentimientos y tu voluntad. Cuando cargas el Espíritu Santo, tus sentidos son anulados. 

 

 

 

Ya no te mueves bajo los deseos de la carne, sino guiado bajo los deseos del espíritu porque lo haces para satisfacer a Dios. El Espíritu Santo se expresa con tu espíritu a través de la intuición, la intuición viene y te da un aviso.

 

 

 

 

Cuando tu espíritu crece porque el Espíritu Santo lo ha fortalecido, el conducto por el cual Dios te habla es la intuición. Más la intuición viene por un de repente, no va a necesitar un proceso, sino que vendrá de forma sorpresiva.

 

 

 

Cuando eres insensible, la misericordia y el amor de Dios pueden ser tan grandes, que cuando vas a hacer algo, guiado por tus sentimientos y voluntad, Dios puede usar a alguien que está a tu alrededor y que sí está sensible, para decirte que no lo hagas porque vas a tener problemas.

 

 

 

La gente que vive almáticamente y que no es sensible a Dios, ni tiene Su misericordia, comete tantos errores porque viven independientes de Dios, y ni siquiera puede alguien cercano a ellos advertirles, porque están endurecidos, y entonces Dios los entra en su propio proceso.

 

 

 

La intuición del espíritu muchas veces se va a oponer a la razón. Hay cosas que no vas a entender, y tienes que estar sensible a Dios, para que puedas discernir de quien es tu voluntad, si de Dios o de Satanás, o es tuya. La voluntad de Satanás y la tuya siempre vendrán de afuera, más la de Dios vendrá de adentro.

Es cuando sientes una corazonada que te dice que no hagas algo porque algo no irá bien.

 

 

 

Cuando caminas bajo la intuición de Dios, lo próximo en ti que se va a despertar es la unción. La intuición va a despertar en ti la unción. La unción no te llega porque estás insensible, tienes que pasar el proceso de dominar tu alma, sacar todo lo almático para que tengas intuición y cuando tu espíritu esté fortalecido por la revelación de la cruz del calvario, te vas a dar cuenta que te llegará la unción.

 

 

 

Los que están insensibles, no tienen unción. Unción no es que las personas caigan al piso, la unción es mucho más que eso, es hablar como habla Dios, caminar como camina Dios y hacer lo que hace Dios. Estar ungido es pensar cómo Dios piensa.  

 

 

 

La unción no es para demostración. La unción es para tú saber qué quiere Dios contigo. 

A la gente ungida es que Dios les habla y es que Dios usa. La unción es para aprender.

 

 

 

1 Juan 2:20-27 (RV1960) 

 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.  Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.  Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. Os he escrito esto sobre los que os engañan.  Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.           

 

 

 

 

Tienes que tomar la decisión de dejar el pecado para que seas ungido. La unción no es solamente para sanar enfermos o liberar los endemoniados. La unción es para saber de Dios. La unción es para entrar a Su presencia, escuchar de Él y conocer Su voluntad. 

 

 

 

Hay gente sacando demonios y no saben quién es el Cristo resucitado. La unción es para enseñarnos de Dios. Él no va a despreciar Su sabiduría con personas insensibles.

 

 

 

Juan lo puso claro, con la unción que Dios nos ha dado, no necesitamos que nadie nos enseñe, porque Él mismo lo va a hacer.

 

 

 

 

Cuando estás ungido, eres sensible y todo lo que te rodea te está hablando de Dios. Cuando eres sensible, captas las enseñanzas; Jesús les hablaba a sus discípulos a través de las cosas que le rodeaban. 

 

 

 

Sin embargo, cuando no eres sensible, Dios nunca te va a hablar. Al ungido le puede hablar un loro, e igual se convierte, porque está sensible.

 

 

 

La Iglesia necesita entrar en la unción. La unción tiene otro costo y otro precio. Hay personas que se acercan en la fila y me dicen que les dé, de mi unción, no puedo más que reírme, no sabes lo que se sufre, lo que se llora y lo que se debe sacrificar. Es muy fácil pedir unción, porque vas detrás de una unción almática.

 

 

 

 

Los insensibles en la Iglesia no crecen, porque no les interesa nada. Tienes que querer conocer a Dios, tienes que desear que nadie te lo cuente, tienes que querer que Dios mismo te enseñe. Tienes que querer hacer historia y no solamente ser parte de la historia.

 

 

 

El espíritu conoce y la mente entiende. El espíritu de Dios fortalece tu espíritu y por Su espíritu, conoces a Dios, pero es con tu mente que entiendes a Dios. Obligatoriamente debes controlar tu mente para entender a Dios.

 

 

 

Mucha gente conociendo a Dios con su mente entenebrecida, pero por eso, no lo entiende y cuando tú sabes que Dios te está hablando, pero no lo entiendes, no cambias.

 

 

 

Cuando conoces a Dios por tu espíritu y entiendes a Dios con tu mente, esto logra una unión total. Es por esto, que tu mente debe ir acorde con tu espíritu. De personas como estas, está llena la Iglesia, personas que conocen a Dios, pero no lo entienden.

 

 

 

Tu mente debe ir acorde al fortalecimiento de tu espíritu. Lo conoces, pero no lo entiendes porque tu mente sigue igual. Nuestro espíritu instruye la mente para que entienda las cosas de Dios. 

Los pastores conocen a Dios, pero no conocen los tiempos de la obra de Dios y viven en la misma rutina y con los mismos hábitos, pero no se esfuerzan. Son conformistas.

 

 

 

Cuando lo conoces y lo entiendes, tu mente se hace íntima de tu espíritu y el discernimiento sale de inmediato. Tu espíritu es el que debe controlar tu mente, no tu alma.

 

 

 

Dios, tu espíritu y tu alma tienen que estar en unidad total. 

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