“Tu Propósito es Eterno” – Apóstol Miguel Bogaert

Mateo 7:13-14 (RV1960) dice: 

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;  porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. 

Lucas 13:22-26 (RV1960)  

“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.  Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.  Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.  Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste”. 

Hay que hacer un esfuerzo. Es una lucha. Es una competencia. No lo logramos siendo pasivos. Es importante saber si estamos fuera.

Nosotros queremos ser creyentes e hijos de Dios a nuestra manera y no sabemos que estamos parados en la puerta ancha que lleva a perdición. Y para tú entrar en Dios, tienes que entrar por la puerta angosta y ser esforzado. Habla también de que no solamente la puerta es angosta, sino también el camino es angosto.

La palabra angosto significa que las cosas no serán fáciles, significa que habrá dificultad. Esta palabra tiene que enfrentarnos y debemos preguntarnos dónde estamos parados.

La puerta ancha se refiere a un evangelio light, habla de un evangelio sin dificultad, un camino sin cambio ni transformación, esta puerta ancha es un evangelio pasivo y de hipocresía.

Nuestro destino como hijos de Dios no es el que tú crees que es, no tiene nada que ver con estar aquí en la tierra para que Dios resuelva tus problemas. Tú tienes dos destinos en Dios: El primero es traer el cielo a la tierra porque Él no te ha llamado para llevarte al cielo, sino más bien para que traigas el cielo a la tierra.

La religión barata y muerta es la que te dice que vas para el cielo, y sí, puedes ir al cielo, pero antes de hacerlo, debes demostrar que puedes traer el cielo a la tierra.

El segundo destino que tienes es tu salvación y vida eterna. Es por esto que debemos cambiar lo conceptual en nuestro entendimiento, en nuestra mente de que el evangelio que estamos viviendo es el real. Nosotros creemos estar llevando el verdadero evangelio y estamos en la puerta ancha.

Muchos creyentes buscan a Dios, primero por necesidad, otros por su concepto religioso de que les da paz, pero pocos lo buscan con el entendimiento de lo que significa Dios, que es tu salvación.

Son muchos los que buscan a Dios porque tienen un problema y eso no está mal, Dios nos atrae con su fórmula, pero lo importante es que cuando llegues a Sus pies, dejes de buscarlo solamente para que te resuelva tus problemas, sino porque Él quiere bendecirte con una salvación y vida eterna.

La salvación es uno de los conceptos claros y definidos de lo que Dios tiene para su humanidad. A Dios no le interesa tu religión, a Él le interesa tu salvación y por eso envió a Su hijo y pagó a precio de sangre.

Cuando tú estás llevando el evangelio de la puerta ancha, le estás diciendo a Dios que no valió la pena el sacrificio, cuando estás en la Iglesia y sigues en el mismo pecado, estás diciendo que no valió la pena, cuando no cambias por la Palabra, no valió el sacrificio.

La salvación implica:

  1. El rescate del pecado y de la muerte.
  2. Renovación del espíritu. La humanidad perdió el estado original por el pecado y Dios quiere restaurarte de nuevo.
  3. La restauración de una relación correcta con Dios.

¿Crees tú que la relación que tienes con Dios es la correcta? La adoración y la alabanza que tiene para con Dios, ¿crees que es la correcta?

Tenemos que saber que significa correcta.

Hay muchos que creen estar llevando un evangelio correcto y lo que están es en la puerta ancha. Tenemos que saber si estamos en la posición correcta con Dios y con qué motivos servimos y adoramos a Dios. ¿Cuál es nuestra relación verdadera con Dios, qué tipo de evangelio estoy llevando?

Cuando Dios habla de que hay una puerta ancha, no se lo dijo a los impíos, se lo dijo a Sus seguidores, te lo está diciendo a ti y me lo está diciendo a mí. Cuidado con la puerta ancha, para lo que el hombre es derecho, para Dios está torcido. Puede ser que creas que estás muy metido con Dios, cuando realmente estás fuera.

Romanos 5:10 (RV1960) dice: 

“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. 

Dios entregó Su vida para que tú y yo tengamos gracia. Y no fue por gracias, es por Su vida.

Según el Nuevo Testamento, la condición necesaria para la salvación es la fe y el arrepentimiento.

Arrepentirte significa reconocer y entender que hiciste algo mal y darte la vuelta para no volverlo a hacer más. Se refiere a no volver a hacer lo que antes hacías. Si lloras antes la presencia de Dios por algo que hiciste pero vuelves a pecar, entonces no te arrepentiste, solamente sentiste remordimiento. El arrepentimiento consiste en alejarte del yo, porque es tu yo y el alma que no te permiten arrepentirte.

Tu alma toca tus emociones, sentimientos y todos tus sentidos y se te hace muy difícil arrepentirte. Mientras tu yo esté vivo, tu arrepentimiento no será real.

Cuando empieces a morir a tu yo, empezarás a tener la fe de Dios. La fe no te viene porque no hay arrepentimiento genuino. 

Cuando comienzas a arrepentirte de algunas cosas que sabes que tienes que cambiar y cuando Dios ve con el tiempo que verdaderamente estás arrepentido, entonces empiezas a tener experiencias de primera mano con Él y empiezas a creerle a Dios. Dios cambia lo que no le gustaba por aquello que le gusta a Él.

Dice la Palabra que Dios nos ha dado una medida de fe y esa medida de fe va a aumentar conforme aumente tu medida de arrepentimiento.

No te arrepientes del orgullo porque te hace crecer y te hace ser grande. El orgullo te lleva a esferas que crees que tienes y no es más que una mentira pero no te importa que sea así. Una vez entiendes que el orgullo no es de Dios y mueres a Él, recibes fe y Dios te cambia el poder del orgullo por el poder de Su gloria.

Si la gente se arrepintiera genuinamente, estuviéramos todos cargados de fe.

El remordimiento complace el yo. Lo sacrifica por un tiempo pero vuelve y cae. Mientras que el arrepentimiento no complace tu yo, el arrepentimiento lo quebranta. 

Tú sabes que estás arrepentido cuando tomas el pecado y lo pones bajo tus rodillas. Con la columna vertebral quebrada, el pecado no camina. Hay personas que no quieren quebrantar el pecado, solamente lo sacrifican por un tiempo y vuelven a él.

La Palabra nos dice que debemos esforzarnos, y es porque es una guerra, una lucha y una batalla. La salvación es vida eterna con Jesús en el cielo y ese debe ser el motor que nos empuje.

Juan 3:16 (RV1960)  

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.  El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. 

Estas palabras me hablan de salvación y vida eterna, no hablan de pagar tus deudas a final de mes o de darte el esposo que quieres: Su propósito es vida eterna.

¿Qué crees tú que significa en este contexto la palabra creer? Creer significa que conoces algo o alguien y que sabes los resultados de eso que estás creyendo porque sabes que es fiel y verdadero, y haces lo que ves a Él hacer.

Si cuando lees en Su palabra que los adúlteros, fornicarios y borrachos no entrarán al reino de los cielos, y aun así, sigues haciendo eso que dice la Palabra que no debes hacer, entonces no le estás creyendo.

Creer y conocer son dos cosas muy diferentes a lo que nosotros creemos que son. Si me dices que crees en Jesús es porque sabes lo que Él hace y eso estás haciendo; esto es creer. Conocer por otro lado es cuando sabes que lo que Él hace a ti te conviene y lo haces.

Ni crees ni lo conoces, si no hacemos lo que dice Su palabra. Vienes a la Iglesia por necesidad pero tienes que seguir buscando a Dios por tu salvación, no para resolver tus problemas y cambiar tus circunstancias, porque tú vas detrás de una vida eterna.

Juan 3:19-21 (RV1960) dice: 

“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. 

1 Juan 2:25 (RV1960)  

“Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna”. 

No puedes quedarte en la puerta ancha porque ahí lo que hay es perdición. Debes salir de ese lugar. ¡Porque Dios a los tibios, los vomita! Los tibios son los que están en la puerta ancha.

Una puerta angosta significa una que no te va a da dejar pasar con todas las cosas que tienes. Si estás en fornicación, la fornicación no te dejará pasar por la puerta angosta. Tienes que reconocer y entender tu condición para deshacerte de todo lo que te impide entrar por esa puerta.

Cuando te arrepientes genuinamente y pasado un tiempo, Dios ve que no has vuelto a caer, te quita esa carga que llevas y puedes entrar un poquito más por ese camino angosto. La puerta se te hace angosta conforme a lo que tengas. 

De lo que tú te arrepentiste siempre va a estar en el hombre viejo, y él solamente está esperando que tú le des acceso para salir.

Tu salvación es personal, no depende de otros. Tu salvación no depende del pastor, de tu esposa o de un líder. Tu salvación es personal, es tuya. Tu salvación y vida eterna tiene que ser más fuerte que cualquiera de los motivos por los que estás buscando a Dios.

Una vez dije que el yelmo de la salvación no es un casco para evitar que entren cosas, es más bien, para que no se te olvide que eres salvo, el yelmo te protege para que cuando el diablo traiga un pensamiento, tu salvación esté por encima de cualquier cosa que el diablo te diga.

Cuando escuches al diablo decirte que forniques le grites que no, porque eres salvo; si te dice que robes, le respondas que no, porque eres salvo.

La salvación es lo que te va a dar fuerzas para que seas esforzado. Sin fe no podremos agradar a Dios y nuestra fe no puede aumentar hasta que nuestro arrepentimiento sea genuino en todas las áreas.

1 Corintios 9:24-27 (RV1960)  

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.  Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 

Nuestro premio es la salvación y vida eterna. El que se esfuerza en esta carrera para agradar a Dios, recibirá una corona incorruptible. La que recibimos por el alma es una corona corruptible. El primer versículo te habla de ambición y el segundo te habla de esfuerzo. Esta ambición es por tu salvación.

Tenemos que quitarnos todo peso para poder correr livianos y ese peso no es más que el pecado. Tienes que limpiarte de todo aquello que agrada a tu cuerpo. El cuerpo es tu templo y eres el encargado de cuidar ese templo.

2 Corintios 6:14-18 (RV1960)  

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?  ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?  ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.  Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré,  Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. 

Tenemos que perfeccionar nuestra santidad en el temor a Dios. El tipo de inmundicias  de la cual debemos de limpiarnos son nuestras actitudes y pensamientos.

Lo que nos lleva a nosotros a estar parados en la puerta ancha son nuestros propios pensamientos, es nuestra forma de ver lo que vemos, nuestra forma de oír lo que oímos y nuestra forma de sentir lo que sentimos; sin embargo, si hablamos como Jesús, si sentimos como Jesús, estaremos entrando por la puerta angosta. Cuando así lo hacemos, siempre seremos enfrentados con eso que tenemos que no nos permite entrar.

Hay muchos que no creen en la liberación y esos se van a quedar en la puerta ancha. La liberación es el pan de los hijos. Veremos muchos sabios de la Palabra que no entrarán.

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